Las sales de aluminio están presentes en la gran mayoría de antitranspirantes (que no desodorantes) que utilizamos para asearnos. Algunos estudios han asegurado que su uso frecuente podría propiciar el desarrollo de enfermedades como el cáncer. Los expertos muestran su discrepancia con esta opinión aunque piden «precaución» en su uso.
Un grupo de científicos de la Universidad de Keele (Reino Unido) publicó un alarmante informe que relacionaba el uso de antitranspirantes con la posibilidad de desarrollar un cáncer de mama.
En concreto, 17 mujeres se sometieron a una mastectomía, la cual dejó como resultado un alto contenido en los tejidos mamarios de aluminio, una sustancia que compone el 90% de los productos que intentan evitar la sudoración.
A partir de ese estudio, el Instituto del Cáncer de Estados Unidos (NCI) tuvo que salir al frente de esos informes para aclarar que ni ese ni otros estudios «relacionaban el uso de antitranspirantes en las axilas con el cáncer de mama» y que «sus resultados eran contradictorios».
¿A quién hay que creer? ¿Es cierto que esos productos antitranspirantes pueden favorecer la aparición de patologías malignas en el ser humano? Antes de entrar en esa cuestión, cabe destacar el desconocimiento de la sociedad a la hora de diferenciar el término «desodorante» y el concepto «antitranspirante».
Mientras que el primero no contiene sales de aluminio y se encarga de eliminar las bacterias que causan el mal olor del sudor, el segundo busca reducir el sudor que generan las glándulas presentes en las axilas. Es ahí cuando entran en acción los polémicos compuestos de aluminio que podrían favorecer el desarrollo de un posible cáncer.
José Antonio Villegas, doctor en Medicina y miembro numerario de la Academia de Medicina de Murcia, asegura que «la toxicidad del aluminio es un hecho demostrado» pero que no por ello debe utilizarse el uso del desodorante como una causalidad directa de la aparición de un cáncer de mama.
«La vía dérmica (la de piel) no es la más favorecedora de un cáncer pero sí se trata de la más directa. El uso de antitranspirantes de forma continua podría ser un factor que unido a otros muchos factores podría favorecer la aparición del cáncer de mama», aclara Villegas.
Villegas defiende la postura del Instituto del Cáncer de Estados Unidos en el sentido de que hay muy pocos estudios fiables como para llegar a la conclusión con pruebas científicas que relacionen causalmente la utilización de desodorantes y antitranspirantes como para desarrollar una patalogía.
El doctor reconoce que su relación sí está probada en animales, algo que haría interesante su profundización y análisis en seres humanos. ¿El problema? «Un factor importante en este tema es que la investigación científica necesita medios económicos muy potentes. En este caso, además, la industria del aluminio no va a ser favorecedora para patrocinar estos estudios o ejercer presión para que no se hagan», reflexiona.
En este sentido, la Asociación Española contra el Cáncer, en una revisión publicada en el año 2014, hace referencia a que los desodorantes antitranspirantes no están entre los factores más graves, algo que tranquilizó muchos los ánimos y disminuyó el miedo en la sociedad por diversos estudios como el mencionado anteriormente que van en un sentido completamente diferente.
Dentro de sus factores inciertos, entre los que destacan el tabaco o las axilas, la AECC señala que «no hay estudios concluyentes sobre este tema». Tampoco en la depilación de las axilas y la consiguiente aplicación de esos productos antitranspirantes, algo que confirma el propio Villegas.
«Uno de los problemas que existen es que no hay suficientes estudios que digan que tantos hombres y mujeres que se han depilado y que a continuación han utilizado antitranspirantes han desarrollado o no patologías. Como no existen, hay que tirar de precaución. Evitemos, puesto que se puede, utilizar antitranspirantes sin sales de aluminio», dice Villegas.
La zona de las mamas es en este caso la más afectada como consecuencia de su «relación de proximidad con las axilas» y una serie de ganglios conectores importantes que hay en ese punto. Villegas aclara que eso «no significa que la exposición al aluminio no afecte a otras partes del cuerpo, ya que tiene un efecto general». «Su acción no produce solo el cáncer de mama», reflexiona.
Desde las grandes industrias del aluminio (e incluso de la propia cosmética) se ha rechazado de forma tajante todos los estudios publicados hasta el momento, restando importancia a algunas de las investigaciones que han hecho reflexionar hasta el propio consumidor de alternativas que no perjudiquen directa o indirectamente a zonas vulnerables (más aún sin pelos) como las axilas.
En definitiva, el uso de desodorante NO justifica la aparición de un cáncer. Villegas aclara que existen otros factores como la genética que favorecen mucho más la presentación de una posible patología. El doctor señala como importantes otros como el «medio ambiente», la «alimentación» y el «ejercicio físico» habitual que determinará como influya en la propia persona.
¿CÓMO SON LAS ALTERNATIVAS QUE TENEMOS EN EL MERCADO?
Como consecuencia del temor provocado por los antitranspirantes que contienen sales de aluminio, algunas importantes industrias están aprovechando la ocasión para lanzar nuevos productos supuestamente libres de aluminio interesantes para la salud del consumidor.
Los desodorantes de piedra de alumbre han crecido mucho en ventas en los últimos años como consecuencia de la preocupación popular en caso de que provoquen cáncer de mama. Se trata de un mineral más costoso y que hace que su precio sea algo más alto en el supermercado.
«La cosmética está sometida a la ley de mercado y a bajar precios con ingredientes que son muy baratos (aluminio) para su fabricación y que generan más capacidad de acción, es decir, de ser más antitranspirantes. Si utilizan otros componentes que hacen que el producto sea más caro, el consumidor se puede ir a la competencia y fijarse en otras alternativas diferentes. Al final todo depende de cada persona», aclara el catedrático en Medicina.
Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recomiendan el uso de los desodorantes de piedra de alumbre, los cuales contienen aluminio pero en unas cantidades mucho más bajas que los antitranspirantes normales. Ello repercute en que su efecto contra el olor es más reducido y su uso, eso sí, no es tan higiénico como muchos desearían.
En concreto, estos desodorantes están compuestos de sales de origen mineral como la Ammonium Alum o el Potassium Alum, siendo esta última la más frecuente. Su sistema, recuerda la OCU, es similar a uno convencional con sales de aluminio pero menos efectivas.
Por ello, desde la Organización de Consumidores y Usuarios recomiendan aplicar el antitranspirante por la mañana sobre la piel limpia y lavar las axilas por la noche. «Consideramos mejor usarlos solo unas horas y no emplearlos sobre piel dañada o irritada después de la depilación», señalan.
¿Por qué? El doctor Villegas entiende que «la depilación es una agresión para la piel que rompe la capa córnea y que hace más favorecedor el ataque de esos elementos». «Si se depila uno y a continuación utiliza un agente químico que puede ser tóxico, la penetración de ese agente es mucho mayor», aclara.
¿CÓMO DETECTAR SI MI DESODORANTE LLEVA ALUMINIO?
En la zona posterior del envase de tu antitranspirante encontrarás un amplio (y un poco confuso listado) número de ingredientes en el que probablemente haya sales de aluminio de una forma más que evidente (alrededor de un 20% de su contenido total).
Según la propia OCU, las sales de aluminio están presentes en los hidroxicloruros y el circonio hidratado. En las referencias propias en los cosméticos, sus nombres INCI (nomenclatura internacional) son los siguientes: Aluminium chlorohydrate, el más frecuente, y como sales de aluminio y circonio, el Aluminium zirconium pentachlorohydrate, entre otros muchos.
El uso de las sales de aluminio se establece únicamente en los antitranspirantes y no en otros cosméticos por su capacidad para destruir el medio bacteriano en el que se produce el olor. «El olor no huele, lo que huele es el ambiente bacteriano que crece a expensas de la sudoración en zonas más protegidas. Esa flora microbiana que se genera en esas condiciones, la sal de aluminio las alarga», zanja Villegas.
La Unión Europea no ha dictado una normativa como en el caso de otros productos industriales y farmacológicos que prohibiera su uso. Ese es el sustento que permite a las grandes empresas seguir produciendo con beneficios importantes todos sus desodorantes.
FUENTE: http://www.que.es/ultimas-noticias/sociedad/201603180801-desodorante-provoca-desarrollo-cancer.html