El pasado año fue extraordinario en lo que a avances en la investigación contra el cáncer cáncer. Estos se produjeron en cuatro ámbitos: investigación acerca de las causas de la enfermedad; diagnóstico precoz y más preciso; tratamientos personalizados dirigidos a las mutaciones específicas de cada tumor; y reducción de la toxicidad y de los efectos secundarios indeseados, lo que ha comportado una mejora de la salud de los pacientes.
Así, desde biopsias líquidas que permiten identificar de forma precoz un tumor de pulmón y monitorizar su progresión; a virus oncolíticos que se inyectan en tumores cerebrales malignos y agresivos, y logran aumentar la supervivencia de los enfermos; pasando por modificaciones genéticas de los linfocitos T, un tipo de célula de defensa del organismo. Todos ellos avanzan hacia una medicina de precisión o personalizada. Y estos son algunos de los más relevantes:
1.- Tratar a los pacientes en función de la genética del tumor en lugar de su localización. Hacia la medicina de precisión o personalizada.
Hasta hace poco las terapias del cáncer se centraban en la localización del tumor, en la fase en que estaba la enfermedad y en el análisis de la morfología celular. Gracias al estudio genómico y al uso de herramientas se secuenciación genética masiva, en los últimos años se ha podido obtener un atlas muy completo de las características de cada tipo de tumor y clasificar mucho mejor la enfermedad. Y eso ha abierto la puerta a tratamientos específicos para esas mutaciones.
“En cáncer de mama hemos logrado identificar ocho subtipos distintos”, apunta Josep Tabernero, director del Vall d’Hebron Institut d’Oncologia (VHIO). “Hemos descubierto vulnerabilidades de los tumores, qué alteraciones tienen y cuáles podemos tratar. Y esto ha ido de la mano de la aparición de medicamentos dirigidos específicamente a esas alteraciones”, añade.
“Ahora disponemos de una foto precisa de cuáles son las alteraciones genómicas, genéticas, proteómicas, de cada cáncer que antes no teníamos. Y el reto es, a partir de ahora, cómo toda esa ingente cantidad de información se traduce en mejorar el tratamiento del paciente, por ejemplo mediante fármacos dirigidos a alteraciones específicas”, señala Aleix Prat, jefe del servicio de oncología médica del Hospital Clínic.
2.- La biopsia líquida
Se trata de un test que permite diagnosticar de forma más rápida y eficiente un cáncer, ya que es capaz de detectar células tumorales que circulan por el torrente sanguíneo o material genético del tumor suelto, llamado ADN libre circulante. “Es una prueba que nos permite hacer los mismos análisis genéticos que habríamos hecho a partir de una biopsia del tejido tumoral pero con tres ventajas -explica Ramón Palmero, oncólogo médico de la Unidad Funcional de Pulmón del Institut Català d’Oncologia (ICO)-. La primera, que es menos invasiva. La segunda, que nos permite conseguir un análisis molecular en pacientes que no podemos biopsiar o no obtener suficiente biopsia. Y la tercera, que se puede repetir las veces necesarias”.
La biopsia líquida permite realizar un diagnóstico molecular más completo precoz de la enfermedad, monitorizar la respuesta del tumor al tratamiento e incluso si el tumor vuelve a aparecer. No todos los tipos de cáncer, no obstante, se pueden detectar con esta prueba. Es el caso de los tumores cerebrales, por ejemplo. Para estos casos, Joan Seoane, profesor de investigación Icrea y director de investigación traslacional del VHIO, ha logrado desarrollar un test similar que en lugar de sangre emplea líquido cefalorraquídeo, que baña el cerebro y la médula ósea, y que obtiene mediante una punción lumbar al paciente.
3.-Nuevos tratamientos
Históricamente ha habido tres tipos de tratamiento: la quimioterapia, la radioterapia y la cirugía, que constituían los tres pilares en la lucha contra el cáncer. No obstante, los avances de los últimos años han añadido dos nuevos pilares: las terapias dirigidasy las inmunoterapias.
Las terapias dirigidas son fármacos que están diseñados para atacar específicamente una alteración molecular propia del tumor que no está presente en el resto del organismo.
El quinto pilar en los tratamientos contra el cáncer es la inmunoterapia. En este caso, el tratamiento no se dirige contra la célula tumoral sino al sistema inmunitario del paciente. Se trata de fármacos que intentan activar las propias defensas del paciente, sobre todo los linfocitos T, para que combatan al tumor.
Además de los fármacos inhibidores del punto de control inmunitario, los antiPD1 y anti CTLA4, que lo que hacen es encender un interruptor del sistema de defensa del organismo para que actúe contra el tumor, dos de los últimos avances más importantes en inmunoterapia son las terapias celulares avanzadas con células CART y las terapias de linfocitos infiltrantes de tumor o TIL, por sus siglas en inglés, que modifican o manipulan al propio sistema inmunitario. Esta última terapia logró eliminar todos los tumores de una mujer con cáncer de mama metastásico, un hito sin precedentes.
Para crear las células CART, los oncólogos cogen linfocitos T del paciente, y le insertan un gen artificial que está diseñado para dotar a estas células inmunitarias de unos receptores antigénicos. Esos receptores se enganchan a una molécula en la célula tumoral y entonces envían una señal para activar la maquinaria de destrucción de los linfocitos T. A diferencia de otras terapias, esta solo se aplica una vez al paciente, porque las células CART continúan en el cuerpo del paciente multiplicándose. Esta terapia ha demostrado ser muy eficaz en leucemia aguda linfoblástica y algunos tipos de linfoma. En el Clínic está en marcha el proyecto Ari, precisamente de terapia CART
El problema es que, por el momento, las inmunoterapias solo son efectivas en un 25% de los pacientes y en algunos tipos concretos de tumor. “El reto de futuro es lograr pasar de la efectividad en el 25% de los pacientes a una cifra mayor y que todos los tumores sean reconocidos por el sistema inmunitario”, reconoce Tabernero.
4.-La microbiota, tema estrella
Uno de los temas de los que más se ha hablado este 2018 ha sido la relación entre la microbiota intestinal y el cáncer. Numerosos estudios han arrojado luz ya sobre la relación que hay entre esta comunidad formada por billones de microorganismos que habitan sobre todo en el colon y enfermedades como alzheimer, esclerosis múltiple, parkinson y también cáncer. Se ha demostrado que la composición de la microbiota intestinal puede influenciar la respuesta a la quimioterapia y que en algunos casos incluso está detrás de un tumor.
Fuente: La Vanguardia