La enfermedad metastásica en cáncer de mama implica, según los organismos oficiales de evaluaciones médicas, una incapacidad laboral permanente en muchos casos.
En el estudio de FACMA sobre el cáncer de mama metástasico publicado en estos días, 18 pacientes de las 45 se encontraban en esta situación; 7 estaban en activo; 7, jubiladas; 5, con incapacidad temporal; 4, en paro, y 4, trabajando en casa.
La enfermedad y la provisión de tratamientos suponen para la mayoría de las mujeres frecuentar regularmente los servicios oncológicos para el control de su salud, además de la fluctuación de su estado físico. Sin embargo, existe una diversidad de circunstancias relacionadas con los tipos de trabajo, el momento profesional, el ciclo de vida, la experiencia vital, la edad y la situación clínica, que hacen que algunas mujeres cuestionen este retiro forzoso.
En el contexto del estudio se observan casos, como por ejemplo el de una profesora de escuela, en que continúan trabajando, y este es un factor percibido como muy positivo. Pero lo cierto es que la mayoría de las mujeres habían recibido la incapacidad laboral casi automáticamente o bien en una situación de baja temporal.
La exclusión del mercado de trabajo se experimenta como un cese abrupto de una parte fundamental de la vida. De este modo, repentinamente, se incorpora en sus vidas un espacio de tiempo diario que deben gestionar. En este punto, algunas mujeres expresan no echar de menos el trabajo y perciben este tiempo como una oportunidad para dedicarse a otras cosas además de su cuidado.
Por otra parte, se encuentran visiones en que predomina una sensación de pérdida y la gestión del tiempo es inicialmente dificultosa. Teniendo en cuenta que la enfermedad metastásica permite en algunos casos sobrevivir años y con una razonable calidad de vida, las mujeres que se encuentran en este último caso reclaman diferentes opciones de inclusión laboral y no únicamente el todo o nada.
Fuente: Estudio FACMA cáncer de mama